Jack London
Si Julio Verne escribió la aventura, viviéndola sólo a través de pluma y papel, Jack London, hizo las dos cosas a la vez, pagando el precio con su azarosa existencia.Viene a este mundo el 12 de enero de 1876 en la ciudad de San Francisco, y su solo nacimiento ya es novelesco; hijo natural de un astrólogo al que nunca conocería y que le había rechazado en cuanto supo que su pareja estaba embarazada, siete meses antes del alumbramiento su madre, Flora Wellman, intentó suicidarse con un revolver habiendo previamente tomado una sobredosis de opio y aun cuando el tiro se lo pegó en la cabeza, sorprendentemente no murió.
Jack London conoció una infancia más desgraciada aún, que la de Charles Dickens, ya que había mucha miseria y poco amor, ni siquiera esperanzas o absurdos sueños utópicos. A los 10 años empieza a vender periódicos por las calles. A los 13 trabaja en una empresa conservera en agotadores turnos de 36 horas, por un sueldo miserable. Por fin, los padres, su madre se había unido con un ex veterano de la Guerra de Secesión, que adoptó al chico, y se llamaba John London, le envían a la escuela, y esto es lo mejor que le pasa en aquella época, ya que descubre los libros.
Como el ambiente familiar sigue siendo asfixiante, muy pocos años después, todavía es un crío, Jack London abandona el hogar y se mezcla con los delincuentes hasta el punto de que es "contratado" por un jefe contrabandista de ostras. La aventura dura poco ya que el muchacho, ambicioso, quiere trabajar por su cuenta y gracias a un préstamo, llega a comprase el barco con el que pretende establecerse como contrabandista a su vez. Finalmente lo sorprende la policía, y, dada su juventud, se le ofrece el convertirse en patrullero si no quiere ir a prisión. London acepta pero dura poco y con 17 años se enrola en un navío dedicado a la caza de focas, que al cabo de un año abandonará, porque Jack London ama a los animales y las matanzas crueles de focas no se han hecho para él.
Al desembarcar en San Francisco, vuelve a su casa y de nuevo la miseria familiar le da la bienvenida, obligándole a meterse como trabajador en un molino de yute, y es entonces, al poco, que se le presenta una inesperada oportunidad. El San Francisco Call convoca un concurso de relatos cortos con premio. Jack se presenta y lo gana con un cuento inspirado en su vida marinera, ganando 25 dólares, que le hacen creer que ese es un maravilloso y fácil medio de ganarse la vida, pero se equivoca, ya que posteriores esfuerzos encaminados a tal fin, le demuestran que también es difícil, y comienza una vida errante de vagabundeo que le hará adquirir gran experiencia y un profundo sentimiento de solidaridad humana.
En Buffalo lo detienen por mendigar encerrándolo un mes en prisión en donde es tratado de manera inhumana y degradante. En libertad, regresa otra vez a su casa, y entra en la High School de Oakland, accediendo más tarde a la universidad. Por aquella época se mete en política y acaba siendo un destacado orador revolucionario, también conoce a la hija de un destacado cabecilla del Club de Debate, Mr. Applegarth, de la que se enamora, pasión que le estimula a progresar socialmente, hasta el punto que en 1896 empieza a estudiar en Berkeley.
Repentinamente, no obstante, tan prometedora situación se va al traste debido a la miseria de su familia que le fuerza a dejarlo todo y ponerse a trabajar en una lavandería militar. Se desata, por aquel entonces, la fiebre del oro en Alaska, y el joven London, con 21 años, marcha a conquistar El Dorado y al cabo de 12 meses, después de haber contraído el escorbuto, incluso, tras llevar una existencia de buscador de lo menos fructífera, vuelve otra vez a Oakland, donde empeña todo lo que tiene de valor, que es apenas nada, en su lucha por la supervivencia. Finalmente, consigue un trabajo estable en correos y comienza a escribir por segunda vez hasta que en enero de 1899 el periódico Overland Monthy publica un relato suyo cuya acción él sitúa en Alaska, y la fortuna comienza a sonreírle por fin, ya que este es el comienzo de su brillante carrera como novelista, pero no así del término de su vida aventurera.
Después del gran éxito de su novela El hijo del lobo, en 1900, decide casarse con su primer amor Mabel Applegarth, pero como se encuentra que ella se ha cansado de esperarle, despechado, contrae matrimonio repentino con una profesora llamada Elizabeth Maddern, que resulta un desastre. Luego se enamora de otra, pero como no acaba de decidirse por el divorcio al considerar que puede perjudicarle profesionalmente, corta por lo sano y desaparece marchándose a África del Sur, contratado por un periódico, para escribir reportajes sobre la guerra de los Boers. Luego viajará a Londres, en donde se dispone a escribir sobre lo que ve, siempre colocado en la parte menos favorecida de la sociedad, con la que se identifica y mimetiza. Estas crónicas encierran una gran crudeza y le revelan como un excelente periodista..
Más tarde cubre los reportajes de la guerra Ruso-Japonesa, después retornará a su patria, y divorciándose finalmente, contrae otro nuevo matrimonio. Se compra un rancho y se dedica a la política con renovado ardor. Como forma parte del Socialist Labour Party, la América tradicional no se lo perdona e intenta desprestigiarlo con ataques de los que se hace eco la prensa. Las editoriales, entonces, le vuelven la espalda, y London entra en un periodo depresivo que le lleva al alcohol, y no es la primera vez. Sale del bache, adquiere un barco, el Snark, y se dedica, con su mujer, a dar la vuelta al mundo.
Este viaje tenía que durar 7 años, y, para vivir Jack London escribe, entre otros, Colmillo Blanco. Recala en Australia, donde recupera su quebrantada salud en una dilatada convalecencia, y de nuevo regresa a su país, esto ya en 1909. Subasta el barco y adquiere otro rancho al que bautiza como La casa del Lobo, muy dentro de su línea.
Sin embargo, este rancho, que le hace abrigar las más bellas esperanzas, se desvanece entre el humo y las llamas de un incendio en 1913 arruinándolo. Y el golpe es tan fuerte que el escritor ya no levanta cabeza, hasta que en 1916, el 22 de noviembre, deja este mundo tras haber ingerido el día anterior una letal sobredosis de morfina.
La vida de Jack London, parece también una novela de aventuras y nos llena de simpatía por un autor que, sin pretenderlo, vivió en carne propia su literatura. Posiblemente él hubiera deseado una vida mucho más tranquila, unos padres convencionales, un primer amor de los que duran para siempre, y, desde luego, no elegir el suicidio como vía de escape, pero su destino opinó de otra manera.
Entre la dilatada obra de Jack London, siempre dedicada a los espacios abiertos y a los animales más que a los hombres, destacan, no obstante unos títulos sorprendentes que no podemos por menos que reseñar aquí.
Uno de ellos es El vagabundo de las estrellas, curiosísima novela que habla sobre la reencarnación, y otro: Antes de Adan, en el cual vuelve a incidir en el tema de lo fantástico. Vale la pena leerlas en tributo de admiración a Jack London.